37:1–3. La fe de los hijos de Dios es amenazada constantemente por dos peligros opuestos: la confianza excesiva y la desesperanza. A este último peligro se dirige el mensaje de Dios en el capítulo 37 de Ezequiel. En el capítulo anterior, Dios le había asegurado a su pueblo que los exiliados en Babilonia no se habían ido para siempre, sino que estaban “a punto de llegar” (36:8). Sin embargo, el pueblo estaba tan desesperado por su situación que le resultaba difícil creer en las promesas del Señor.
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